martes, 30 de marzo de 2010

Una tarde de otoño Y Un anochecer de invierno




Caminó por el costado izquierdo. Casi al llegar al puente se quedo petrificado. Al mismo tiempo forzándose para recordar porque había arrimado…al no darse cuenta se empezó a sentir desesperado. Salto desde la línea hasta el medio de la calle. Mirando asía todos los sentidos. Moviendo la cabeza tan rápido que una lechuza no era nada comparado.
El chico buscando una respuesta levanto lentamente las manos, tomó su cabeza. Y entre sus dedos el cabello encrespado apelmazado.
Jalo con tal fuerza su cabellera desesperado…Sacando algunas cuantas hebras de su pelo enmarañado, mientras caían por el aire directo a un charco enlodado. .. Capto en el momento preciso que una se posaba sobre su pantalón manchado.
Noto que su prenda estaba completamente ensangrentada. Con mas afluencia entraron las dudas en su cabeza... ---- - ¡Quiero recordar! - ¡Quiero recordar!.. Gritaba el pobre enano…
Se recogió de hombro como acto reflejo al frió y al mismo tiempo adopto una postura encorvada, agachándose apoyo con sus trasero en el barro. En medio del camino en medio de el destino… Unas lágrimas cayeron de sus ojos.
- ¡Quiero recordar! ¡Quiero recordar!.. Insistía exigiendo el enajenado.
Entonces escucho un disparo. ¡Bum!.. Se estremeció completo vibrando desde su cuerpo hasta las manos. Tiritonamente se movió cerca de un árbol dislocado... La presión en su mente no lo dejaba calmado y la inquietud acusa del miedo no le permitía extraer los recuerdos borrados.

Divisó un hombre a caballo. Chupalla añeja y bigote tupido de color castaño.
Sus ojos se deslizaron en lo que traía el huaso en sus manos. Mientras movía de a píxeles los ojos por encima del el acero sucio casi oxidado. Vio el foco ante su rostro,
Un poco alocado. Y recordó el rostro de ese tipo tan extrañamente tapado.
Su cara de espasmo y horror al ver el plomo volar dejando el leve recuerdo en el pasado.

Tres carabineros que fumaban hierba en un relajo a destajo. Admirando el paisaje en ese anochecer desolado. Decidieron detenerse antes de llegar al puente para poder dejar un recado.
Mientras Rodríguez cruzo hacia el otro lado para sentarse en un tronco donde quemaría el último poco de su cerebro gris opacado. Llevándose la mano ala boca sintió el calor absoluto entre sus dedos encallados. Y lo soltó maldiciendo al pasto compactado...- ¡Chucha!..
Aun estaba encendido y miro donde estaba el supuesto cigarrillo. Lo localizo con los ojos enormes, con una duda entre sus labios. Al recogerlo movió un poco de pasto y hojas que el invierno había mojado. Mas fue la sorpresa de que ya no estaba volado. Había encontrado el cadáver del pobrecito santiago.


Cuento Original
Escrito por: Matsumoto Kamui

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